Empezar con el pie derecho

Las primeras impresiones siempre cuentan y deben realizarse despacio y con cuidado. Los gatos pueden hacerse amigos de otros gatos, perros y otras especies, si son debidamente presentados.

Llevar un nuevo gato a casa cuando ya hay otro animal, supone una tarea que implica mucha paciencia. A pesar de la lógica reacción de disgusto de tu gato de siempre, llevarle un nuevo compañero puede ser una buena idea sobre todo para un gato de interior que pase mucho tiempo a solas.

Suele ser más sencillo que la mascota nueva sea un gatito, porque la mayoría de los gatos adultos aceptan al bebé con menos reticencias que a otro adulto.

Pero, incluso en estos casos, debemos estar alerta, pues no siempre va a funcionar a la primera.

Debemos tener en cuenta que los gatos no siempre van a querer compañía de otro felino. Esta situación se da frecuentemente en los casos de gatos mayores que llevan viviendo solos muchos años y que no suelen estar contentos con su nuevo compañero, sobre todo si es demasiado joven y enérgico. Nuestro gato geriátrico suele preferir la tranquilidad

Presentar a dos gatos adultos es una tarea ardua pero, si se tiene el cuidado necesario, tampoco supone ningún problema. No recomiendo introducir a dos gatos adultos que no se conocen en la misma habitación, con la esperanza de que se arreglen solos. Lo más probable es que el estrés de la situación, les lleve a odiarse más aún.

Si queremos que reine la paz familiar, es muy importante tener paciencia.

Los conflictos territoriales suelen reducirse mucho cuando los dos gatos están esterilizados. A los machos sin castrar, no les suelen gustar los intrusos y muestran su disgusto mediante marcajes de orina. Los machos pueden convivir con machos y las hembras con hembras pero es más fácil si son de diferente sexo.

Las pautas que ofrezco a continuación son recomendaciones. Hay otros tipos de presentaciones pero me voy a centrar en las que yo he probado y me funcionan.

 

Gato con gato

Prepararemos una habitación segura para el nuevo gato, con su propio ajuar compuesto por comedero, bebedero, cajón de arena, rascador y algunos juguetes. Este cuarto será el territorio del nuevo gato en tanto se acostumbran ambos a la convivencia.

Debemos asegurarnos de que esa habitación no es utilizada habitualmente por nuestro gato para descansar, jugar, …. evitando empezar con mal pie.

No debemos olvidar nunca, llevar al nuevo gato a revisión veterinaria. Podemos utilizar este periodo de presentación o transición para que sea desparasitado, vacunado y testado de leucemia e inmunodeficiencia felinas antes de presentarse en sociedad.

Trasladamos al nuevo en un transportín hasta su cuarto seguro y permitimos que explore a gusto su nuevo territorio. Si no quiere salir, no le obligaremos. Ya lo hará cuando se sienta preparado. Cuando salgas del cuarto, cierra la puerta.

Mantendremos a los dos gatos separados un tiempo (que puede variar de uno o dos días hasta semanas). Durante ese tiempo nos aseguraremos de dedicar el tiempo y los mimos suficientes a cada uno de ellos. El periodo de aislamiento permite a nuestro gato a oler al recién llegado sin enfrentarse directamente.

Tras el periodo inicial, con el gato nuevo dentro del transportín, permitiremos el acercamiento de nuestro gato, de manera que se puedan oler y ver, sin llegar a tocarse. Es normal que durante esta fase, haya algún que otro siseo, gruñido, bufido o incluso zarpazo. Hay que vigilar que no vayan a más pues no queremos forzar el encuentro.

Los gatos al ver otro gato se suelen enfadar y lo más normal es que se agredan, que es precisamente, lo que pretendemos evitar. A veces puede ocurrir que nuestro gato, al estar enfadado, nos bufa a nosotros o nos araña, debido al estrés de la situación.

Si los gatos están más o menos tranquilos, podemos pasar a la siguiente fase. Llevamos al gato nuevo en el transportín a otra habitación, para que nuestro gato pueda investigar la habitación segura o refugio del recién llegado.

Mientras tanto, dejaremos que el gato nuevo investigue la nueva habitación. Tras un rato, lo devolvemos a su lugar seguro. Si hasta ese momento, todo ha ido bien, al día siguiente, podemos dejar que el gato nuevo salga de su habitación aislada. Lo más probable es que recorra furtivamente toda la casa investigando. Es posible que nuestro gato le siga siseando, gruñendo o intentando cazarlo. Es una conducta típica felina por lo que no hay que alarmarse, a menos, que haya un ataque.

No hay que forzar el encuentro. Las negociaciones territoriales entre gatos pueden ser extremadamente tensas y debemos dejar que las realicen a su modo, obviando bufidos y miradas agresivas.

Es común el intercambio de zarpazos pero hay que evitar las peleas. No hay que dejarlos solos hasta estar seguros de las reacciones de ambos.

Si se pelean, nunca hay que intentar separarlos con la ayuda de nuestras manos. En pleno fragor de la batalla, los gatos no ven ni oyen y, por supuesto, no nos reconocen. En estos casos, lo mejor es interponerse entre ellos con ayuda de un cojín, manta o similar. Tras separarlos en habitaciones aisladas, los revisaremos de forma individual en busca de heridas o mordiscos que pudieran precisar de ayuda veterinaria.

Normalmente, en poco tiempo, la mayoría de los gatos suelen llegar al entendimiento pero, si continúan peleándose o desarrollan problemas de conducta debidos al conflicto como ensuciar la casa, agredir, cuadros de ansiedad o depresión…etc, lo mejor es consultar a un profesional que le pueda guiar.

La mayoría de los gatos, pero no todos, aprenden tarde o temprano a vivir en armonía.

 

Gato con perro

Lleva al gato a casa en el transportín y déjalo en el cuarto seguro, tal y como hemos explicado en el caso del encuentro entre dos gatos. El perro deberá entrar con la correa puesta y el gato deberá estar seguro dentro de su transportín. Es fundamental que la correa no esté tensa en ningún momento, porque de lo contrario estaremos transmitiendo tensión al perro y creando una asociación negativa hacia el gato. Permitiremos que se conozcan a distancia. Empezaremos con el perro a distancia y lo acercaremos poco a poco según veamos cómo reacciona el gato. Dejaremos que el perro olfatee al recién llegado pero si empieza a alterarse cualquiera de ellos, daremos por terminada la sesión.

Tras sacar al perro de la habitación, dejaremos salir al gato. Si está más o menos tranquilo (los bufidos y gruñidos se deben tolerar al principio), en los siguientes encuentros, podemos dejar que el gato esté libre y que tenga lugares altos donde subirse y sentirse más seguro.
Permitiremos que el gato salga del transportín cuando esté listo y dejaremos que decida cómo quiere relacionarse con el perro.

Si bien hay perros y gatos, que viven en una continua y tensa tregua, hay muchos otros que se convierten en excelentes amigos. Es muy importante supervisar los encuentros entre el perro y el gato durante los primeros meses así como no dejarlos juntos y solos, aunque ya se conozcan. Debemos estar totalmente seguros de las reacciones de cada uno de ellos ante diferentes situaciones como hambre, juego….

 

Cuando el perro es el recién llegado

Si pretendemos introducir un perro en el mundo particular de nuestro gato, debemos tomarnos un tiempo para preparar la estrategia.
Revisaremos la ubicación de comederos y bebederos de tu gato. La comida de gatos es irresistible para la mayoría de los perros por su alto contenido en proteína. Es recomendable situarlos en un lugar elevado, lejos de alcance del perro y donde el gato pueda alimentarse sin que lo molesten.
También debemos asegurarnos de disponer de un arenero a prueba de perros ya que se sienten irremediablemente atraídos por su contenido. Un cajón con tapa o cubierta puede ser la solución aunque, no para todos como en el caso de perros pequeños.

 

Gatos con niños

Los niños y los gatos tienen afinidad natural, pero resulta fundamental establecer ciertas reglas básicas para que unos y otro no corran riesgos. Los gatitos pueden salir mal parados por un exceso de cariño de los niños, sobre todo si son muy pequeños y no comprenden la fragilidad del animalito.

La clave para evitar los riesgos en la convivencia entre niños y gatos, radica en asegurarse de que siempre estén bien vigilados así como enseñar a los niños a respetar y coger adecuadamente a los gatos.

 

Gatos y otras especies

Si el gato es adulto, la premisa es mantener al gato alejado de animales considerados presas naturales como peces, roedores o aves. No hay que olvidar que, a pesar de ser un compañero cariñoso y afable, tiene impresos en el cerebro los instintos de cazador.

Salvo en los casos de gatitos socializados desde muy pequeños con otras especies, no hay que perder de vista que algunos animales son depredadores y otros son presas. Los gatos son ambas cosas en función de las circunstancias.

 

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