Cuando el gato se acicala

El pelo de un gato es algo más que una simple cuestión de apariencia. Además de ser la carta de presentación del felino, sirve de protección contra los elementos y es un aislante natural contra el frío y el calor.


El color del gato viene determinado por la herencia genética y, si bien en unos casos, puede suponer una ventaja, en otros casos, puede suponer una clara desventaja. Por ejemplo, el color negro, ofrece ventajas al gato silvestre, en su actividad como cazador nocturno. Sin embargo, el mismo color para un gato callejero en medio de la ciudad, puede convertirlo en víctima de un atropello al resultar “invisible” en la oscuridad.

 

Cuántos pelos

Aunque para la mayoría de nosotros pasa desapercibido, la inmensa mayoría de los gatos presentan tres tipos de pelo, que dan como resultado el manto sedoso que nos gusta tanto acariciar. En primer lugar existe un tipo de pelo corto con gran capacidad aislante, semejante al algodón, llamado “subpelo” o “pelo secundario”; Otro, llamado “intermedio”, de longitud media y bastante duro y por último el “pelo primario” que actúa como cobertura de todos los demás.

No todos los gatos presentan, necesariamente, las tres variantes de pelo. Incluso, en algunos casos, ninguna. Por ejemplo, el Devon Rex, carece de pelo y, por ello, es especialmente sensible a corrientes de aire, al frío y al calor.

 

Las vibrisas

Mención aparte merecen los bigotes que funcionan como receptores de tacto y que se denominan vibrisas. Son extremadamente sensibles y proporcionan al gato una gran cantidad de información como, por ejemplo, la presencia de obstáculos, presas, distancia, corrientes de aire e, incluso, las dimensiones de espacios a atravesar.

Este último detalle es especialmente importante en gatos silvestres que sobreviven gracias a su instinto y su buena forma. Actualmente, entre los gatos domésticos, se ha extendido cierta tendencia a la obesidad que hace que no todos nuestros gatos, pasen necesariamente por los espacios que delimitan sus vibrisas.

Las vibrisas son los primeros pelos que se desarrollan en el útero materno. Poseen el doble de grosor que cualquiera de los otros tipos de pelo y se insertan profundamente en la piel. Cada pelo dispone de su propio músculo erector que le dota de movimiento y la raíz de cada uno de ellos se aloja dentro de una cápsula rellena de sangre conectada a una red de nervios sensoriales. Por eso, no se deben cortar, aunque, se renuevan de forma natural cada cierto tiempo por lo que, no es raro, encontrar alguno de vez en cuando.

Estos pelos, denominados vibrisas dotan de expresividad a nuestro gato. Los bigotes acompañan el movimiento de orejas, ojos y son un claro indicador del estado de ánimo del felino.

Los gatos tienen 4 tipos de vibrisas:
Mistaciales que son los bigotes propiamente dichos.
Genales, que crecen en los laterales de los ojos
Superciliares, que nacen por encima de los ojos
Mandibulares, que salen de la barbilla.

Además de estos, encontramos receptores de tacto en la parte trasera de cada pata delantera.

 

Ritual de acicalamiento

Las sesiones de acicalamiento son especialmente meticulosas y hay estudios que relacionan el acicalamiento al reloj biológico del felino, como ocurre en el caso del sueño.

Para este ritual, el gato utiliza, fundamentalmente, la lengua que tiene cubierta de papilas, una especie de ganchos que apuntan hacia la parte interna y que actúan como un “peine” natural para el gato. También se ayuda de las garras delanteras para lavarse las zonas inaccesibles a la lengua como la cabeza, la cara o el cuello. En ocasiones usan los dientes y las uñas para eliminar restos de comida o parásitos molestos.

Si alguna vez os fijáis bien en el ritual de acicalamiento de un gato, comprobaréis que siguen un orden concreto. El gato se instala sentado y comienza por lamerse los labios. A continuación, humedece el lateral de una pata y se lava la parte de la cara correspondiente a ese lado nariz, ojos y orejas.

Repite la secuencia en el otro lado.

Cuando la cara está limpia, empieza por las patas delanteras, hombros y laterales. A continuación, se centra en las patas traseras, primero la parte exterior y luego la parte interior seguido de la zona genital. El proceso concluye con el acicalamiento de la cola, empezando por la base hasta llegar a la punta.

Hay zonas donde el gato no puede llegar por sí solo, como por ejemplo, detrás de las orejas y en la base del cuello. Por eso, le encanta que le acariciemos en esos puntos aunque también agradece que otros gatos amigos, se encarguen de la limpieza de esas zonas.

 

Razones para este acicalamiento

Los gatos dedican muchas horas al día para mantener su pelaje en perfecto estado. De hecho es la segunda actividad a la que más tiempo dedica, después de dormir.

Parece que el acicalamiento es una conducta instintiva, pues, incluso gatitos de tres semanas ya se inician en este arte, convirtiéndose en expertos para las seis semanas de vida.

Las ventajas que le proporciona esta labor son innumerables y, el mero hecho de acicalarse de forma normal, contribuye al equilibrio mental del gato.

Algunos efectos beneficiosos del acicalamiento son:

Protección contra el agua y la suciedad. El acicalamiento mantiene la piel limpia, desenredada y sin pelos sueltos, lo que ayuda a regular la temperatura del cuerpo del felino. Separar cada pelo, mejora la capacidad aislante puesto que distribuye las secreciones sebáceas por toda la superficie.

Marcaje por olor: El gato depende de la información olfativa y el hecho de renovar el olor propio por todo el cuerpo, contribuye a afianzar su seguridad.

Por ello, no es raro ver a un gato recién bañado, emplearse a fondo en lamerse hasta restablecer de nuevo su olor. Un gato que caza para comer, invierte largos periodos en reinstaurar su olor propio tras el banquete. Detesta el olor de la presa puesto que delata su presencia para otras presas y le vuelve vulnerable ante otros depredadores. La sensibilidad del gato hacia otros olores le hace especialmente esmerado en el acicalamiento.

Marcaje como acto social: Los gatos se limpian unos a otros, sobre todo en aquellas zonas donde no llegan por medios propios. También suelen lamer al propietario como signo de confianza extrema.

Control de parásitos: Una piel limpia es una piel sana. Los gatos son mucho menos propensos que los perros a las infecciones parasitarias o bacterianas de la piel y, aunque es imposible que un gato acabe con una plaga de piojos, pulgas o garrapatas a través del lamido, si es cierto que puede deshacerse de alguno de estos incómodos “vecinos” y darnos la voz de alarma sobre la situación.

A veces, el gato usará el acicalamiento como una forma de tranquilizarse. No es raro ver este comportamiento en gatos que acaban de tener un pequeño “conflicto” con otro gato de la casa o ante situaciones que le causan cierto desconcierto como por ejemplo cuando se cae al suelo por calcular mal un salto.

 

Cuando acicalarse se convierte en un problema

En la rutina diaria de acicalamiento, el gato puede llegar a ingerir grandes cantidades de pelo (bezoares o bolas de pelo) que pueden llegar a producirle problemas de salud con síntomas dispares como vómitos y estreñimiento.

Para evitar llegar a esta situación, podemos ayudar a nuestro amigo mediante el cepillado periódico y la administración de malta que ayuda a expulsar de forma natural el pelo ingerido.

Los problemas dermatológicos del gato pueden tener múltiples orígenes como una deficiente alimentación, estrés, infecciones, parásitos….

En casos extremos, el lamido llega a provocar zonas sin pelo y lesiones en la piel, sobre todo en la zona de flancos y cola. Suele ser la consecuencia directa de situaciones de estrés pues, como ya se ha comentado antes, el gato utiliza el acicalamiento como una forma de obtener bienestar. Si observamos este tipo de lesiones, es importante visitar al veterinario y descartar enfermedades físicas antes de centrarse en un problema de comportamiento.

 

Cuando no se acicala

El gato que deja de acicalarse por tres motivos fundamentales: Enfermedad, obesidad y, o depresión.

Un gato enfermo o con fiebre no se acicala y, cuando retoma la costumbre, es indicador de que su estado está mejorando.

El gato obeso no puede acicalarse correctamente puesto que no puede acceder a la mayoría de las zonas, lo que puede causar inflamaciones e infecciones que deberán ser valoradas y tratadas por el veterinario.

El gato deprimido tampoco se acicala y se abandona. Debemos ayudar al animal a salir de ese estado y, mientras tanto, mantenerlo limpio y aseado.

El gato mayor, senior o geriátrico también puede abandonar la costumbre de acicalarse debido a dolor o malestar. En ese caso, aparte de consultar al veterinario sobre el estado general de salud de nuestro animal, nos encargaremos de cepillarlo periódicamente de forma que mantenga su pelaje en el mejor estado posible.

 

Cuando el pelo parece ser el problema

Contrariamente a lo que se cree popularmente, el pelo del gato no es lo que produce los síntomas alérgicos en los humanos. En realidad, la responsable es una proteína alergénica denominada Fel D1, segregada a través de la saliva y de las glándulas sebáceas del felino. Cuando se acicala la piel, nuestro gato esparce esta proteína por el pelo.

Las concentraciones de Fel D1 sobre la piel están bajo control hormonal, por tanto, la castración influye notablemente en su reducción.

Actualmente, existen tratamientos específicos para minimizar los alérgenos de superficie de los animales, que causan los síntomas de alergia en humanos.

Sin embargo, no se debe perder de vista las medidas básicas de higiene a tomar para reducir el problema: Estos pasarían por aumentar la frecuencia de limpieza y evitar los depósitos de polvo, lavando frecuentemente las áreas de descanso del gato. Todo ello contribuirá a una mejor convivencia entre persona y gato.

 

Creando vínculos

No hay nada más gratificante que participar en el ritual de acicalamiento del gato. Podemos disfrutar de su compañía mientras le cepillamos suavemente, ayudando a mantener su pelo limpio y sano. En muchas ocasiones, nuestro gato, nos lamerá como una forma de demostrar su complicidad con nosotros.

 

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