Ni todos los perros grandes son brutos, ni todos los perros pequeños son adorables…
De hecho, lo que vemos de cada uno, es el producto de la propia naturaleza como especie e individuo (es decir, su carga genética), de las experiencias que ha vivido y las que vive cada día, del entorno y de la educación y manejo (o su carencia) que recibe de su guía humano. Y vale que todos los días no son iguales pero, la clave está en la SUPERVISIÓN constante de nuestro perro, sobre todo, en entornos públicos de uso compartido con personas y otros perros.
Por eso, es importante que TODOS los perros, independientemente de su tamaño o raza, tengan unos mínimos de educación y sepan manejarse en sociedad porque, está claro que un animal de raza grande implica una serie de obligaciones claras a tener en cuenta (y no entramos en si, está dentro de alguna raza considerada potencialmente peligrosa) pero, aunque uno de raza pequeña es difícil que llegue a hacer daño, si anda suelto y descontrolado ladrando a todo lo que se mueve, puede resultar cansino para otros perros y personas y sufrir lesiones de gravedad si no acude a las llamadas (con el riesgo de accidentes, atropellos.. etc.)
Reflexión de Parque tras un paseo con un grandullón de año y medio, 46 Kg. y un punto de inseguridad que está superando con la ayuda de su guía humano, después de que nos vinieran a “saludar” desde la otra punta del parque dos tallas mini que andaban sueltos a su aire y ladrando a todo pulmón.