Educación y adiestramiento canino

En el momento en que decidimos incorporar un perro a nuestras vidas, pocos de nosotros nos tomamos la molestia de estudiar cómo son y cómo se comportan, sus necesidades específicas así como las pautas que podemos ofrecerles, para una mejor convivencia en sociedad.

En la mayoría de los casos, nos limitamos a introducirlo en nuestros hogares y a confiar en que todo va a ir bien. Y así suele ser en la mayoría de los casos puesto que, los perros son animales sociales que quieren vivir con nosotros, disfrutar de nuestra compañía y de la compañía de otros perros.

Los humanos tenemos tendencia a humanizar todo y los perros, no están exentos de ello. Por una parte, nos ayuda a comprender que los perros tienen sentimientos y necesidades, nos permite empatizar y comprenderlos más fácilmente, contrarrestando las opiniones de los que consideran a los perros, meros seres inferiores, simples y carentes de sentimiento o pensamientos, o incluso objetos.

Sin embargo, también es importante comprender que el hecho de que los perros tengan necesidades y sentimientos no implica que sean los mismos que los nuestros.

Los perros son animales sociales y con una tendencia natural a querer agradar. Pero, como en el caso de los niños, es nuestra responsabilidad, enseñarles cómo manejarse en este mundo para disfrutar de una mejor convivencia. En el caso de los niños los protegemos de todo aquello que pueda causarles daño o puedan romper. ¿Por qué no hacerlo en el caso de nuestros perros cuándo están aprendiendo? Desconocen el valor de los adornos ni de los muebles y, se dejan llevar por sus instintos naturales de caza y juego.

A través de la educación, aprovechamos la natural tendencia del perro a vivir en sociedad para fijar aquellos comportamientos que nos interesan mediante refuerzos agradables para él y extinguir, mediante la falta de refuerzo, aquellos otros que, aunque pertenezcan a la naturaleza del perro, (saltar, lamer…) pueden llegar a ser desaconsejables para la convivencia con el ser humano.

Antes de nada, hay que decidir qué esperamos de nuestro perro. Es decir, vamos a enseñarle normas básicas de educación. Dónde eliminar, si puede o no subirse a la cama o al sofá, cómo recibir a las visitas….. Lo que le permitamos en esta etapa, debemos permitírselo siempre. No vale dejarlo subir a la cama cuando es cachorro y, luego de adulto, chillarle por lo mismo.

La segunda etapa está conformada por la obediencia que consiste en fijar y poner señal a determinadas situaciones como sienta, tumba, junto, suelta ………

Y debo decir que los perros son extremadamente listos. Nadie enseña a sentarse a un perro. Todos los perros saben sentarse de serie y tumbarse y muchas cosas más. Lo único que hacemos es fijar ese comportamiento a través de premios (refuerzos positivos normalmente de comida) y le asociamos una señal ya sea gestual o de voz, para que el perro sepa distinguirla y pueda repetirla a nuestra petición.

 

Cuando los volvemos dependientes

En algunos casos, me encuentro propietarios que se sirven de su perro para cubrir sus propias carencias afectivas. Tiende a sobreproteger al animal impidiendo que se comporte como tal y, por ello tiende a evitar que el perro vaya sin correa por si se pierde, que se relacione con otros perros por si le hacen daño, que olfatee en la calle por si se ensucia o contrae alguna enfermedad o incluso no sacándolo a la calle o haciéndolo únicamente en brazos…..

Estos perros sufren, y mucho, puesto que no son capaces de relacionarse con su entorno ni con otros perros. Tienen miedo a todo y en muchos casos presentan comportamientos indeseables hacia situaciones que producen ansiedad en los propietarios.

Este comportamiento se generaliza, provocando que estos perros estén constantemente asustados y reactivos ante cualquier estímulo. Se vuelven excesivamente dependientes de sus dueños, dando lugar a problemas de ansiedad cuando se quedan solos y a la incapacidad de adaptarse a situaciones nuevas.

Por eso, os recomiendo que dejéis a vuestro perro que sea un perro. Poniendo límites pero respetando su naturaleza. Los perros aprenden de muchas formar pero, fundamentalmente, por asociación y son, extremadamente buenos en ello. El trabajo a la hora de educar-adiestrar consiste en aumentar la probabilidad de que nuestros perros escojan la opción que nos interesa a nosotros (por ejemplo sentarse para evitar que muerda algo).

Enseguida descubrirás que a tu perro le encanta aprender. Podrás practicar nuevas habilidades como “dame la patita”, abrir puertas y un larguísimo etcétera ya que el único límite en este proceso está en nuestra imaginación.

Aprende a disfrutar de tu perro. Y si estás pensando en incorporar uno a tu vida, valora dar la oportunidad a uno de estos que esperan una segunda oportunidad.

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