Preparando la llegada de un bebé a una casa con perro

Anteriormente hablábamos sobre cómo abordar la llegada de un bebé a una casa con gatos y, aunque hace unos días también escribíamos sobre la relación entre perros y niños, hoy toca tratar de forma extensiva la llegada de un bebé a una casa con perro.

Para muchos propietarios, los perros han sido sus “primeros niños” pues han disfrutado de una vida llena de atenciones. Ahora les toca ceder espacio al nuevo y hay que ser cuidadosos. Realmente hay mucha confusión sobre cómo debemos comportarnos en esta situación y, ciertamente, un recién nacido en casa supone un gran cambio para toda la familia y, por supuesto, este cambio, también es vivido por nuestros perros. Lo más normal es que el perro acepte al bebé como un miembro más de la familia, un cachorro al que debe soportar y, probablemente, proteger. No hay que temer la curiosidad del animal, y siempre y cuando se guarden las medidas higiénicas y de seguridad, podrá acercarse al recién nacido.

La base del éxito es actuar con naturalidad y, sobre todo, ser coherentes. Nos sentimos ilusionados ante la llegada del recién nacido pero, lo que es seguro es que nuestro perro, está al tanto de que algo sucede. Intuye el cambio y son capaces de detectarlo, incluso antes, que la futura mamá. Lo mejor a mi criterio, es dejarlo participar en todo el proceso. Desde los preparativos dentro del hogar hasta los cambios que atraviesa el cuerpo de la futura madre.

 

Antes de la llegada del bebé

Los preparativos para recibir al nuevo miembro de la familia deben comenzar siempre unos meses antes del parto, para que el perro no asocie los cambios, con la llegada del bebé.

  • Debemos asegurarnos de que el animal está perfectamente sano, vacunado, y libre de parásitos internos o externos. También podemos repasar las uñas. De ese modo, evitaremos que pueda arañar al bebé si, por accidente, lo tocara con las patas.
  • Antes de que el bebé llegue, deberemos acostumbrar al perro a un horario realista y que podamos mantener una vez esté el niño en casa. Comenzaremos cuanto antes a dar de comer y a disfrutar de los paseos a las horas que estemos convencidos de poder hacerlo cuando el bebé esté con nosotros. El horario casi seguro variará y es mejor que el perro no sufra todos los cambios a la vez, coincidiendo con la llegada del niño.
  • Siempre es bueno acostumbrar al perro a pasar menos tiempo con la futura madre, ya que tras el nacimiento es probable que tenga que dedicarse mucho más al bebé, al menos, durante los primeros meses. De esta manera, el perro pasa al cuidado de otra persona de la familia (el padre por ejemplo), sintiéndose querido y cuidado y, por tanto, no excluido o disminuido en sus atenciones.
  • Podemos invitar a casa a amigos que tengan niños pequeños o bebés, para que nuestro perro se vaya acostumbrando al trato y presencia.
  • Es importante permitir que el perro entre en contacto con los nuevos muebles y objetos del bebé, para que se familiarice con ellos. Dejar que participen de todos los preparativos es bueno para todos pero, recomiendo que sea en nuestra presencia. Cuando no podamos supervisarlos podemos colocar una puerta de seguridad para niños para impedir la entrada cuando no estemos con él. Este tipo de barreras, le permiten ver y escuchar lo que sucede dentro cuando llegue el bebé. Hay que acostumbrarlo unos meses antes del parto de forma que pueda reconocer los límites sin sentirse aislado de la familia.
  • Podemos enseñarle a nuestro perro el nombre del bebé que viene en camino. Es una forma de incluirlo en las rutinas que se avecinan.
  • Otra opción es acostumbrar al perro a los ruidos propios de los bebés. Nos podemos ayudar con grabaciones de llantos de bebé, con la música de sus juguetes, etc. Al mismo tiempo, podemos premiar con golosinas o jugar con el can, para que asocie estos ruidos con experiencias buenas y agradables.
  • Es bueno habituar al perro con los olores nuevos del bebé antes de que llegue. Podemos dejarlo participar de los nuevos aromas: colonias, lociones, talco, etc. Para ello, los podemos usar en nosotros mismos.
  • Para evitar que el perro decida dormir o saltar sobre la cuna y muebles del bebé, podremos hacer uso de las barreras de seguridad o poner cinta adhesiva de dos bandas sobre los muebles. De este modo entienden rápidamente el mensaje de que no pueden estar allí.
  • En el momento del parto, siempre es recomendable que el perro se quede al cuidado de alguien de confianza.

 

Buenos modales

Durante los meses previos al parto, es el momento de enseñarle buenas maneras a nuestro perro: sienta, quieto, tumba, coge y suelta. Aprovecha el tiempo antes de la llegada del niño. Para cuando llegue el bebé, el perro debería responder a estas órdenes verbales con rapidez.

Reserva a lo largo del día 5-10 minutos de atención sólo para el perro. Este periodo será un tiempo de calidad para el animal y no hacen falta más de una o dos veces al día. Aprovecha el momento para acariciarlo, cepillarlo, jugar con sus juguetes, etc.

Mantén una rutina con el perro, disfrutando de vuestro tiempo más o menos a la misma hora, todos los días. Es conveniente asegurarnos de poder mantenerlo, una vez llegue el niño.

Antes de que el bebé llegue, deja al perro entrar en su habitación y en la zona de cambiador. No lo dejes fuera de las habitaciones del bebé todo el tiempo, los olores nuevos le atraerán y debe acostumbrarse a ellos lo más rápido posible.

Si intenta coger algo del futuro bebé, desvía su atención hacia uno de sus juguetes y refuerza las buenas elecciones. Es el momento de que aprenda a diferenciar qué está permitido y qué no lo está. Si el perro tiene juguetes de peluche o de goma, parecidos a los del futuro bebé, puede crearle confusión así que tengamos cuidado a la hora de elegir juguetes para nuestro perro y para nuestro bebé.

 

La presentación del nuevo bebé a nuestro perro. La llegada a casa.

 

El primer contacto

Ha llegado el momento. Madre y niño vuelven a casa y empieza una nueva etapa. El perro mostrará una curiosidad natural ante la llegada del bebé y excitación por el retorno de la madre. Por ello, es importante actuar de forma que el perro investigue al nuevo miembro de la familia y, al mismo tiempo, evitar que pueda, sin querer, hacerle daño.

Es el momento de comenzar las presentaciones y, suelo recomendar que sean llevadas a cabo entre dos personas. Una de ellas se sienta en el sofá con el bebé sobre las rodillas. La otra persona queda libre para controlar al perro. Le dejaremos olisquear al bebé, acercarse e investigar. Recomiendo el uso de la correa si no estamos seguros de cómo va a reaccionar, si es inquieto o algo brusco, si muestra timidez o reacciona con miedo ante el bebé. No le obligaremos, ni le acercaremos el bebé más de lo que pueda tolerar.

No se puede tener a un bebé en brazos y a la vez evitar a un perro que se abalanza a saludar, o se cruza en nuestro camino para perseguir una pelota. Lo mejor es tenerlo controlado con una correa larga, para que pueda moverse por la habitación mientras nos mira, pero que no alcance al bebé si de repente le entran ganas de investigarlo más de cerca o jugar con él. Algunos consejos son:

  • Es importante actuar de la forma más relajada posible. De lo contrario, podemos transmitir nuestra excitación al perro.
  • No debemos castigar al perro por querer investigar al bebé. Si lo hiciéramos, el perro podría asociar la presencia del niño con algo negativo.
  • Debemos dejar que el perro se acerque al niño con calma. Puede ser una buena idea premiar la calma con chuches.
  • Si el perro es de gran tamaño o muy nervioso una buena idea es mantenerlo sujeto con la correa de paseo hasta que su ímpetu por oler al niño se reduzca.
  • Si el perro se acerca al bebé y lo huele de una forma calmada, debemos premiarlo con caricias y palabras suaves. Debe evitarse siempre el tono de voz que pueda excitar al perro, por ejemplo, el que utilizamos para jugar.
  • Si las cosas han ido bien, no debemos alargar en exceso el primer contacto. Es importante no forzar la interacción entre el perro y el niño y permitir que el proceso se lleve a cabo de forma gradual.

 

Muy importante

Nunca debemos dejar al niño y al perro juntos, ni un instante sin nuestra supervisión directa. Un perro puede sin querer hacerle daño al niño, por ejemplo, apoyando sus patas y volcando la cuna.

Ten en cuenta que nuestro perro aprovechará cualquier descuido para acercarse a investigar sin su supervisión, y cuando se tiene un niño, esto ocurre varias veces al día sin nosotros darnos cuenta: suena el teléfono, llaman a la puerta, estamos preparando un biberón por la noche… estos periodos cortos de tiempo libre, son los que puede aprovechar el perro para hacer una trastada.

Una vez que el perro se ha acostumbrado al bebé, y se muestra cariñoso y sociable con él, no hay ningún problema en que te siga por casa mientras atiendes al niño. Podemos crear unas rutinas de prácticas para que nuestro perro esté permanentemente entrenado.

Bajo ningún concepto se dejará al perro dormir en la misma habitación que el bebé. Usa un monitor, una radio, o una puerta de bebés, para poder dejar al niño sólo en su habitación.

Lo que nunca hay que hacer:

  • Descuidar al animal y dedicarse de lleno al recién nacido
  • Reñir al perro cuando se acerca al niño
  • Mantenerle encerrado por miedo a contagios
  • Ofrecer al perro los juguetes viejos o estropeados del niño.

 

Llegan las visitas:

Muchas personas pasarán por casa durante los primeros días para conocer al recién nacido. Aunque es fácil de imaginar que vienen por el bebé, esto no significa que no dispongan ni de unos segundos para prestarle atención también al perro.

Debemos intentar que las personas que vienen a casa le hagan un poquito de caso a nuestro perro. Puede ser algo tan sencillo como darle una golosina, lanzarle un par de veces la pelota y acariciarlo de vez en cuando.

 

Evitar los “celos”

Y pongo celos entre comillas porque un perro no presenta este tipo de comportamiento puramente humano. Sin embargo, la falta de atención puede generar cierta ansiedad en nuestro perro

La llegada de un bebé suele absorber gran parte de nuestro tiempo. Los ratos en que estamos más tranquilos, por ejemplo cuando el niño duerme, pueden ser aprovechados para jugar y prestarle atención a nuestro perro. De este modo, intentamos que el perro no se sienta desplazado.

Sin embargo, los perros no siempre interpretan las cosas de la misma forma que nosotros. En este caso en concreto, la interpretación del perro va a ser tan sencilla y tan lógica como la que sigue:

  • Cuando está el niño delante, no me hacen apenas caso.
  • Cuando el niño no está, vuelvo a recuperar la atención de mis dueños.

Si deseamos evitar los celos debemos conseguir que el aprendizaje del perro sea el adecuado, podemos proceder de la siguiente manera:

  • Si el niño está presente debemos, en la medida de lo posible, prestarle atención también al perro. Todos los juegos, las caricias y las golosinas deben ser entregadas en presencia del niño.
  • Si el niño no está “en escena”, debemos de forma deliberada reducir el grado de caricias y atenciones que recibe el perro.

En otras palabras, el perro sólo obtendrá cosas de nosotros en presencia del niño, y no al revés como ocurría antes.
Ahora el aprendizaje del perro será:

  • cuando está el niño delante me hacen caso y me divierto como siempre.
  • cuando el niño desaparece me aburro y ellos me ignoran.

 

Cómo educar al niño

Con el tiempo, será el niño el que buscará el contacto con el perro. En muchas cosas, el niño trata al perro como a un juguete más y no es consciente de que el animal puede sentir dolor.

El objetivo de los padres es enseñarle al niño que el perro no es un juguete y que estirar las orejas, el pelo o la cola puede no ser la mejor forma de relacionarse con él.

  • Actúa con tu perro de forma coherente, y trate de que todos los integrantes de la familia hagan lo mismo: permitir y prohibir las mismas cosas.
  • Hay que tener especial cuidado desde el momento en que el bebé comienza a moverse o a gatear, pues en esta etapa, se desplaza de manera imprevisible y puede perder el equilibrio, cayendo sobre el animal, que puede asustarse y reaccionar instintivamente.
  • Hay que enseñarles a convivir con el animal, y a respetar sus momentos de sueño, de comida, de cansancio o de juego. De este modo, lograrás una excelente relación entre su hijo o hija, y el perro.
  • Nunca dejes al bebé/niño jugar o interactuar con el perro sin supervisión, hasta que el niño no sea lo suficientemente mayor para comportarse adecuadamente con el perro y esto, puede ser hasta que tenga unos diez años.
  • Educa a tu hijo a convivir con su perro: Enséñale a respetar la comida y los momentos de descanso del animal, a mostrarse cariñoso y acariciarlo.
  • Especial precaución con perros viejos, con artrosis, otitis u otros dolores crónicos que pueden reaccionar con miedo o dolor al contacto.
  • Muchísimo cuidado si el niño es muy activo o brusco.

 

RESUMEN: las 5 claves para una buena convivencia.
1. Realizar los preparativos con antelación.
2. Actuar con calma.
3. Presentar el niño al perro de forma gradual.
4. Supervisar a ambos en todo momento.
5. Conseguir que el perro relacione la presencia del niño con cosas positivas.

Colaboración en Revista Pelo Pico Pata Nº 91 (Mayo 2013)

 

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