Pasear: Por definición, verbo referido a realizar un recorrido con fines de ocio y entretenimiento. Un paseo, por lo tanto, supone «echar a andar» y estar en movimiento durante un rato.
Lo de «sacar al perro», si no incluye la acción de andar con él, dedicándole ese tiempo, no se puede considerar un paseo. No vale lo de bajar al parque y verlo dar vueltas al mismo césped todos los días; Ni vale tenerlo atado a una farola mientras hacemos recados o tomamos un café (cosa que desaconsejo vivamente, por el peligro de que se lleven al perro). Ni vale conformarse con dejar al perro correr a lo loco en el parque, pasando de tí, mientras charlas con otros propietarios con la excusa de que así se desfoga.. Todo está conectado y tu perro «aprende» lo que le enseñas (y también lo que no)
Busca recorridos seguros para poder disfrutar de paseos diferentes. Escoge el material adecuado para tu perro (arneses cómodos y correas largas para los perros que están aprendiendo). Supervisa los encuentros con otros perros para ayudarlo a parar, en caso necesario.
Un perro andando/trotando/paseando cerca de nosotros realiza un estupendo ejercicio de estimulación con el entorno y es una forma estupenda de trabajar llamadas desde la confianza y la buena relación.
Tu perro te necesita siempre
Nunca se debe subestimar la dedicación que necesita un perro. No debemos caer en la tentación de prestar menos atención a los perros, una vez que han llegado a la adolescencia con la excusa de que son mayores. Cambia el tipo de requerimientos pero se mantiene la necesidad de invertir tiempo de calidad con el animal.
Un perro adolescente está en fase de transición, y hay un montón de cosas que necesita explorar y probar. Permítele descubrir el mundo de forma controlada pero no dejes nunca de lado la tarea de educar a tu perro a ser un animal social y educado.
La socialización cae muchas veces en picado durante la adolescencia. A medida que los perros se van haciendo mayores, suelen tener menos ocasiones de tratar con personas y perros desconocidos.
Los perros, sobre todo los machos, suelen empezar a adoptar ciertas posturas intimidatorias cuando llegan a la adolescencia. Miradas fijas, gruñidos incluso peleas marcan esta etapa. Es frecuente que los propietarios de perros grandes, traten de esquivar los encuentros con otros perros para evitar estas conductas, ante el temor de que su animal pueda hacer daño, mientras que los propietarios de perros pequeños los evitan, precisamente por el temor que hagan daño a su pequeño gruñón.
Para fomentar una buena socialización que minimice estos comportamientos, no te centres únicamente en pasear por el barrio. Intenta buscar distintos recorridos para los paseos y diferentes zonas, de manera que se encuentre con muchos perros y personas. La socialización es una carrera de fondo. Para evitar conductas indeseables con otros perros o con personas, el truco está en trabajar con tu perro a diario y la única forma de conseguirlo es proporcionarle situaciones diferentes que le permitan encontrarse con gente nueva, casi a diario.