Un nuevo miembro en la familia

Tras valorarlo mucho, el esperado cachorro llega por fin a casa y tenemos todo preparado para este momento. Para ayudarle en su integración en nuestro hogar, debemos tener en cuenta sus necesidades y adelantarnos a ellas, proporcionándole todos los elementos necesarios para que se sienta seguro.

Una vez en casa, será necesario proveerle una zona segura (libre de peligros) donde debe permanecer cuando no esté supervisado, sobre todo al principio.

La edad ideal para la adopción está entre las 8 y las 12 semanas de edad, cuando el cachorro está preparado para afrontar cambios en su vida. El período de socialización comienza cuando los órganos de los sentidos y la capacidad motora están lo suficientemente desarrollados como para que, el perro, pueda interactuar con otros individuos y explorar el entorno. El final de este período, coincide con la aparición de una respuesta de miedo frente a estímulos desconocidos, hacia la semana 12-16.

Es por ello, que no conviene separar al cachorro de la madre demasiado pronto puesto que, lo que aprenda de ella y sus hermanos, será determinante para el resto de su vida.

Desgraciadamente, no en todos casos podemos cumplir esta premisa, pues hay demasiados huérfanos que, prematuramente, necesitan un hogar.

Durante este periodo vital y, en la medida de lo posible, debemos asegurarnos que el cachorro experimente los siguientes aspectos fundamentales:

• Socialización propiamente dicha, con miembros de su especie, con personas y con otras especies animales. Cuánta más, mejor. Es importante presentarle la mayor cantidad de estímulos posibles (niños, bebés, personas de todas las edades y condiciones, otros animales domésticos…)
• Un perro mal socializado es susceptible de presentar miedos y agresividad hacia las especies con las que no ha estado en contacto y, esto puede afectar de manera importante a la relación contigo y tu familia, máxime, si en el futuro tenemos previsto tener niños o adoptar otro animal.

Durante el período de socialización el cachorrito, debe habituarse a estímulos y situaciones que encontrará cuando sea adulto. Para que se produzca la habituación, la exposición al estímulo debe hacerse de manera paulatina.

• Ruidos comunes de la casa (timbre, teléfono, aspirador…)
• Manipulaciones frecuentes. Es bueno acostumbrarlo a “jugar a los médicos”, intentado emular una revisión veterinaria y manipulando boca, orejas…
• Transportín o jaula de transporte. Debería ser un elemento familiar más por lo que, recomendamos, dejarlo abierto en la habitación donde hace vida el perrito o, incluso usarlo como lugar seguro para él. Muchas veces, con este sencillo gesto, propiciamos una mejor aceptación y que no lo identifique únicamente con viaje al veterinario.
• Veterinario. Lo ideal sería poder visitar a nuestro veterinario con el cachorrito, sin tener que realizar ningún tipo de intervención como, por ejemplo, vacunar, o administrar pastillas. De esa forma, acostumbramos a nuestro pequeño a lugares y olores nuevos sin necesidad de asociarlos a una amenaza. Una buena forma de crear una asociación positiva a la consulta veterinaria, es ofreciendo varios premios en forma de bocaditos apetecibles al animal, mientras permanece en la consulta.

 

El cachorro llega a casa.

La primera recomendación a tener en cuenta es preparar la casa a prueba de cachorros
• Decide el lugar donde vas a instalar su camita. Puede servirnos incluso el mismo transportín.
• Define un lugar donde quieres que elimine. Los escapen son frecuentes durante los primeros meses y, lo adecuado, es proporcionar un lugar “válido” para esos accidentes.
• Repite su nombre frecuentemente, evitando diminutivos y apelativos para que se acostumbre a él.
• Proporciónales juguetes que no puedan causarle daño.
• Retira los cables y protege los enchufes que puedan quedar a su alcance.
• Infórmate de si las plantas que tienes son tóxicas.
• No dejes productos tóxicos a su alcance y ten la precaución de vaciar siempre cualquier cubo que contenga detergentes.
Todo es nuevo: olores, ruidos, objetos… ¡Déjale explorar por las diferentes habitaciones y permítele que husmee sin reñirle!

 

Los primeros días en su nuevo hogar.

Los primeros días la nueva situación le generará cierto estrés, puesto que tendrá que acostumbrarse a un nuevo hogar, a nuevas normas de convivencia y a una nueva familia. Dale la máxima tranquilidad, mucho cariño, comprensión, espacio vital y libertad para investigar su nuevo entorno y acostumbrarse a él.

Hasta que se acostumbre al nuevo hogar, convendrá que pueda disfrutar de tu presencia y compañía en todos los momentos posibles, pero no de una atención continuada.

El perro es un animal social y al sentirse solo, lejos de su madre y hermanos, se encontrará perdido y en peligro. Podemos ayudarle a superar la sensación de soledad mediante los siguientes trucos:
• Pon en su camita una botella con agua tibia, envuelta en una toalla para evitar quemaduras. Le recordará el calor de su madre y se tranquilizará.
• Ponle cerca un reloj de cuerda cuyo tictac le evoque el corazón de mamá.

Deberá aprender, gradualmente, a experimentar momentos de soledad para que, en un futuro, no muestre comportamientos destructivos cuando se quede solo en casa.

Una vez acostumbrado a su nuevo entorno asígnale un espacio donde deberá dormir.

 

Alimentación

Es probable que, a la llegada a casa, el cachorro, presente algún trastorno digestivo leve, manifestado habitualmente en forma de diarrea. También es posible que no quiera comer durante los tres o cuatro primeros días.
En ocasiones, no sabemos qué estaba comiendo el cachorro hasta que llega al hogar aunque, en general, disponemos de esa información. En caso de querer cambiar el alimento, hay que tener en cuenta los siguientes consejos:
• No hacer el cambio de manera radical.
• A lo largo de una semana, se introduce, poco a poco, el nuevo pienso mezclado con el actual.
• Progresivamente, se aumenta la cantidad del nuevo pienso y se reduce la cantidad del anterior.

El mejor alimento es un pienso formulado especialmente para cachorros, de buena calidad y de alta digestibilidad, que favorezca la asimilación de los nutrientes. El veterinario recomendará las tomas diarias.

 

Conducta de eliminación

Un cachorro no puede controlar los esfínteres por completo, hasta los siete meses (algunos más). Es inútil reñirle cuando orine o defeque en un lugar inapropiado.

Para evitar que vuelva a hacerlo en el mismo sitio, nunca limpiar con lejía o amoníaco, ya que el olor les incita. Un detergente anti-bacterias será suficiente para la desinfección, mientras que un poco de vinagre eliminará cualquier rastro olfativo.

 

La importancia del juego en los cachorros

El juego es esencial, ya que es la forma más sencilla y práctica de educar y comunicarte con tu perro y de que entienda lo que esperas de él.
• Fomenta su socialización con otros perros y personas.
• A través del juego, nuestro cachorro, aprende:
o A respetar límites y normas.
o A controlar la fuerza de la mordida, ladridos o impulso corporal.
o El lenguaje corporal de otros perros y a expresar sus propias necesidades.

 

Estimular la inteligencia

Los juegos de inteligencia y que estimulan la curiosidad del perro son muy educativos. Los perros curiosos, suelen ser perros muy inteligentes cuyo cerebro está permanentemente activo, buscando distintas vías de solución para situaciones cotidianas.

 

La importancia de los juguetes

Los juguetes ideales para nuestro cachorro, además de divertidos, han de ser, además, seguros:
• De materiales que puedan morderse.
• De un tamaño que no pueda tragárselos.
• Que no tengan elementos que puedan desprenderse y atragantarle.

Evita darle para jugar aquellas cosas que no quieras que te destroce (ej. zapatos viejos) puesto que, de primeras, es difícil explicarle la diferencia entre zapatos nuevos o viejos.

Es bueno tener varios juguetes para ir variando. Así conseguirás que no se aburra. No hace falta decenas de juguetes. Tan solo con unos pocos, hábilmente usados, tendrás a un cachorro de lo más entretenido. Déjaselos a su disposición únicamente cuando esté solo en casa, recogiéndolos cuando llegues.

 

Comunícate con tu cachorro

Perros y personas hablamos lenguajes distintos, por lo que es necesario encontrar un canal de comunicación con el que podamos entender sus necesidades emocionales y él nuestros requerimientos.
• Háblale con mimo y dulzura. El tono de voz importa más que las palabras.
• Acaríciale suave pero intensamente desde la nuca hasta la cola. Identificarás rápidamente las zonas que más le gustan a tu perro.
• Cógele el morrito con tu mano y frótale los lados. Haz lo mismo con sus orejitas. Enséñale a tolerar determinadas manipulaciones de forma que parezcan un juego.

 

Consejos a la hora de educar al cachorro

Es imprescindible hacer uso de la coherencia a la hora de aplicar las normas.

No le permitas en ciertas ocasiones lo que le prohibirás, después, sistemáticamente. No vale dejarle subirse al sofá o a la cama cuando es pequeño y no permitirlo cuando se convierte en un animal adulto.

Paciencia para repetirle las mismas pautas la cantidad de veces que sean necesarias. No le bombardees con órdenes. Si no avanza, es señal de que vamos muy deprisa para él. Párate, reflexiona retrocede para ponerte a la altura de la capacidad de trabajo de tu perro.

No le pegues ni le grites bajo ningún concepto. Tu perro no debe aprender y actuar bajo el miedo o la coacción. Si aprende algo por miedo, repetirá el mal comportamiento en cuanto se quede solo.

 

Evitar problemas de comportamiento

La socialización es la base principal para tener un perro equilibrado emocionalmente.

Aunque tu perro no pueda caminar por la calle hasta que tenga al menos las primeras vacunas, deberá acompañarte en muchas de tus salidas al exterior, en brazos, para que se acostumbre a la gente, las caricias, ruidos, coches, motos, autobuses, camiones de la basura, persianas de garajes, puertas, sirenas de ambulancia o policía, gritos, movimientos de niños en el parque y a todos aquellos estímulos que formarán parte de su vida en el mundo humano.

 

 

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