Seguramente la imagen que acompaña este post, os resultará más que familiar puesto que, una cosa es lo que planeamos y, otra muy diferente, la realidad.
En el caso del trabajo con nuestros perros, lo que imaginamos como un camino más o menos fácil, en ocasiones se torna un sendero lleno de obstáculos y contratiempos para ambos: Guía y perro.
En más de una ocasión os habrá ocurrido que al iniciar una rutina nueva, el perro o vosotros mismos, os sentís «atascados» e incapaces de comunicaros. Para salir de ese bloqueo, es necesario restablecer la sintonía, pensar un poco más en perro, descansar un momento, e intentarlo de nuevo de una forma diferente. A veces puede ser muy duro y frustrante y, en esos momentos, nuestra labor como educadores es ayudar a ambos alumnos (guía y perro) a recuperar la buena sintonía para salir del bloqueo y poder avanzar de nuevo juntos.
El apoyo en estos casos es fundamental para la persona (y por supuesto también para el perro) pues resulta motivador sentirse acompañado en el proceso, poder comentar aciertos y no aciertos, plantear dudas y fijar nuevos objetivos en función de la progresión.
Cuando perro y persona, vuelven a comunicarse, es genial verlos absortos y compenetrados en la tarea. Es la magia de la relación y la mejor recompensa a nuestra labor de asesoramiento.
Nadie dijo que fuera fácil pero merece la pena el esfuerzo.
«El único cambio imposible de realizar, es el que uno mismo no quiere hacer». – Moisés Castillo