En comunicación canina, la morfología del animal, también tiene su importancia. Por ejemplo, la forma de la cola influye sobre cómo es interpretado el perro por otros de su especie.
El movimiento de la cola no siempre es muestra de alegría sino que, determinadas circunstancias, también puede expresar cierto conflicto y desasosiego ante lo que hay delante.
A los Bulldog ingleses es es imposible mostrar miedo ante una amenaza recogiendo su cola bajo el vientre, como hacen la mayoría, puesto que, en general, suele ser pequeña y estar algo retorcida.
Por otro lado, los nórdicos como el husky, suelen llevar la cola siempre en alto, aún cuando no estén expresando ninguna emoción en particular.
Por supuesto, al querer interpretar a un perro y tratar de descifrar qué nos quiere decir, es importante fijarnos en el conjunto y no quedarnos en una sola parte de su anatomía puesto que las limitaciones físicas de cada animal se suelen compensar con movimientos y expresiones de otras partes del cuerpo.
Para que suceda esto, y que el perro sea capaz de comunicarse adecuadamente con otros perros, independientemente de sus características y limitaciones, es importante que haya tenido la oportunidad de relacionarse con perros de diferentes tipos durante el periodo de socialización. Así aprenden a entender y hacerse entender por el resto del grupo.