Muchas personas se sorprenden ante las emociones que afloran tras la muerte de su compañero de cuatro patas, ya sea perro o gato. Se llegan a sentir, incluso culpables, por la pena que sienten. En estos momentos vale la pena recordar que nuestro perro era parte de nuestra vida, de nuestra rutina y de nuestro hogar.
Además del amor que llegamos a sentir por él, era familia, amigo y compañero. A menudo, no somos conscientes de que, no sólo pasamos duelo por el animal al que tanto amamos, sino también lloramos la pérdida de esa época feliz de nuestra vida, por todo lo que nos ha dado durante ese tiempo y por los lazos que ayudó a crear con otras personas y animales, que se han convertido en importantes para nosotros.
Los más pequeños de la casa y las personas mayores que viven con la única compañía de su animal, son las personas más afectadas por esta pérdida. No debemos dejarlos solos y es nuestro deber estar atentos a su estado emocional.
Es importante cuidar de uno mismo durante este periodo tan difícil. No debemos avergonzarnos de sentir dolor y de llorar por un ser que nos ha acompañado tanto tiempo y a lo largo de su vida. Probablemente ha vivido una gran parte de su vida con nosotros. Lo hemos visto crecer y hacerse adulto e incluso anciano. Es normal sentirse apático ante su marcha, sin ganas de ver a gente, sin ánimos de nada, incluso sin ganas de comer…
Seguro que habrá personas que no entiendan estos sentimientos ni sepan valorar la tristeza que provocan (sobre todo de aquellos que siempre han pensado aquello de que “no es más que un perro”). La compañía de otros amantes de los animales, puede resultar fundamental. En estos momentos, es más importante que nunca, tener a alguien con quien compartir sentimientos.
Es preciso hacer el esfuerzo de hablar sobre la pérdida.
Tras la pérdida…. Las fases del duelo
Aquellas personas que han perdido un animal querido, me entenderán perfectamente al leer esto. Se hace necesario hablar de él y de cómo nos sentimos por su ausencia con aquellos que sepan entendernos.
Será precisamente durante estos días, especialmente duros, cuando cada uno debe afrontar, a su manera, la pérdida. Son días amargos pero que, a la larga, debemos atravesar pues se hace necesario asimilar la marcha de un ser querido como ha sido nuestro perro o gato.
Llega el momento de superar las diferentes fases del duelo. En realidad, se trata de un proceso de ajuste emocional, tras de la pérdida de un ser querido, durante el cual, diversas emociones compiten entre sí. Tiene diferentes etapas que pueden explicarse separadamente pero que, casi nunca se presentan de un modo ordenado. Pueden solaparse y mezclarse entre sí, pero, para completar el proceso de asimilación, hay que experimentarlas todas.
Seguramente habrá días mejores o peores, y, a veces, lo que se creía superado se vuelve a sentir. Hay muchas clasificaciones pero, me quedo con esta que es con la que más me identifico.
LA NEGACIÓN
La negación es la primera etapa de duelo, se produce cuando nos negamos rotundamente a aceptar la pérdida. No quieres creer lo que ha pasado. No crees que nunca volverá.
EL ENFADO
Con uno mismo o con los demás. Es la ira, rabia, cólera, furor y coraje que sentimos cuando sabemos que sí ha ocurrido, que sí es verdad, que ha muerto nuestro ser querido.
LA NEGOCIACIÓN
La negociación es la etapa en que intentamos hacer algún tipo de trato, pacto o acuerdo de alguna manera. Después de la muerte, se va hacia atrás y se analiza la situación y el qué hubiera pasado si las circunstancias hubieran cambiado. Todas las personas nos preguntamos en estos momentos qué hubiera pasado de hacer esto o lo otro….
LA DEPRESIÓN
En esta etapa, las personas nos sentimos angustiadas, miedosas, afligidas, a menudo lloramos y, en cierta manera, nos sentimos culpables o arrepentidas.
Empezamos a darnos cuenta de que la pérdida es irrevocable, y que debemos continuar viviendo, sin la presencia de algo tan importante en nuestras vidas.
LA ACEPTACIÓN
La aceptación es cuando de nuevo, nos sentimos preparados para aceptar el hecho de la muerte de nuestro amigo de cuatro patas. Somos conscientes de que nunca más volverá y retomamos nuevamente nuestras vidas de un modo más tranquilo. Esto no significa que dejemos de pensar en ellos (pues siempre nos acompañarán en nuestros pensamientos), sino que podemos seguir adelante aceptando el hecho de que nunca más estarán a nuestro lado.
Aprendiendo a superar la tristeza
En estos momentos, es necesario tener la oportunidad de estar triste y la libertad de manifestarlo con la familia y amigos de confianza. Este paso no es sencillo, pero es esencial para encarar la muerte del animal de la mejor forma posible.
La amargura no debería ser el único sentimiento ante el recuerdo de nuestro perro. En estos momentos tristes, es bueno recuperar los momentos compartidos e intentar quedarnos con esa sensación agradable.
Algunos consejos sencillos que pueden ayudarnos a afrontar de la forma más positiva posible, la pérdida son:
Siéntete libre para llorar
Las lágrimas expresan el dolor que sentimos y ayudan a liberar la angustia interior. Es normal echar de menos al ser querido y admitirlo es el primer paso para afrontar la pérdida
Nunca te culpes porque se haya ido
Es algo frecuente, sobre todo, ante situaciones de pérdidas traumáticas y repentinas como las sucedidas a consecuencia de un accidente o de una enfermedad relámpago.
Que afloren estos sentimientos es algo normal, puesto que nos sentimos responsables del bienestar de nuestro animal y no entendemos cómo ha podido suceder. En cualquiera de los casos, nuestro amigo se ha ido para siempre y no tiene sentido buscar culpables.
Cuando los buenos recuerdos ganan terreno al dolor
Los recuerdos agradables han sido muchos, y los buenos momentos compartidos estarán ahí siempre. Con el tiempo, la sensación gris desaparece, dejando paso la calma que produce la memoria tranquila de nuestro amigo peludo.
Cosas que no debemos perder de vista
- El impacto que causa la muerte del compañero canino, puede llegar a ser tan intenso como el que sentimos cuando se pierde a un familiar querido.
- Es necesario tener la oportunidad de estar triste, incluso de llorar, si es preciso, y la confianza para manifestarlo ante la familia y los amigos.
- La sensación de culpa es normal y debemos asimilarlo como parte del proceso de superación del fallecimiento del animal.
- La paciencia es una buena aliada: El tiempo y recuerdo de los buenos momentos compartidos con el perro o gato, ayudan a asimilar la pérdida.
- El dolor que produce la muerte de un animal querido puede ser intenso y duradero pero, antes o después, remite.
Qué podemos hacer para superar el dolor
- Pon palabras a tu despedida. Escribir una carta dedicada al animal perdido, ayuda a ordenar ideas y a expresar sentimientos. En unas cuantas palabras se puede recoger el laberinto de sentimientos que atravesamos y agradecerle, el tiempo que nos ha dedicado y todo lo que ha aportado en nuestra vida.
- Preparar algo para recordarlo en el futuro, puede ser una buena forma de empezar a asumir la pérdida, En función de nuestra ideología y presupuesto, podemos celebrar una pequeña ceremonia de despedida. Hay cementerios de animales que nos pueden ayudar con esta tarea e, incluso hay páginas web, para recordar a nuestro peludo por siempre. Esta acción tiene la triple función de calmar el dolor inicial, desahogarse ante la familia y amigos cercanos y despedirse del amigo perdido, mostrando de una forma especial lo que ha supuesto el tiempo compartido.
- Aprender a convivir con las rutinas: El tiempo que habéis compartido estaba lleno de horarios y rutinas que ahora se pueden volver una pesada carga. Es recomendable conservar, al menos por un tiempo, esos hábitos. Sal y pasea; Sonríe a los que han sido compañeros de parque de tu perro y disfruta de los lugares que recorríais, mientras recuerdas todo lo que habéis compartido, el tiempo que pasasteis juntos, los juegos, las risas y los buenos momentos. Poco a poco, podrás ir sustituyendo rutinas por otras actividades que te resulten agradables porque es importante seguir adelante con la sensación de poder recordarlo siempre que sintamos la necesidad, pero siempre con una sonrisa en los labios porque hemos sido capaces de aprender a vivir sin su presencia..
- Es insustituible. Nunca adoptes un perro o un gato para reemplazar al desaparecido. Las comparaciones son odiosas y es difícil apreciar al nuevo animal tal y como es, cuando nos dedicamos a intentar reconocer en él al perro que ya no está. Cada uno es único, con una personalidad diferente y una forma de comportarse particular. Tómate tu tiempo antes de dar el paso. Una vez hayas aceptado la muerte de tu animal, entonces estarás preparado para adoptar otro, iniciar una nueva andadura junto a él y darle todo ese cariño que sientes.
La pérdida de nuestro perro o gato es un momento difícil, sin duda, pero no debemos perder de vista que, con el paso del tiempo, los recuerdos se convierten en algo agradable y se disipa el dolor. El tiempo que nos ha regalado el animal es algo que valoraremos aún más y debemos tener presente que siempre ha sido y será un miembro querido y recordado de la familia. No hay un período establecido para que la pena remita, pero lo que es seguro es que lo hará.