Si vas caminando con tu perro y al pasar de la sombra a una zona de sol (sobre todo si es de pavimento), de repente se queda clavado, es fácil que sea debido al calor intenso que desprende el suelo y que puede llegar a dañar las almohadillas al animal.
Como nosotros llevamos calzado, apenas notamos ese contraste pero el perro por endurecidas que tenga las almohadillas, apoya constantemente sobre ellas y, en estos días de intenso sol, las calles alcanzan temperaturas altísimas. Además, nuestro perro, al ir más cerca del suelo que nosotros, las acusa aún más.
Si notas que empieza a tirar nervioso o que camina a saltitos evitando el contacto prolongado con el suelo, busca la sombra rápidamente y ponlo a salvo.
Si detectas que tu perro se lame las patas demasiado o adviertes alguna pequeña quemadura en la zona, refresca la zona con agua y, en caso de duda, consulta con tu veterinario.
Y recuerda que uno de los peligros más graves a los que se encuentran expuestos nuestros animales durante la época estival es el denominado golpe de calor.
Los perros no pueden regular su temperatura mediante el sudor pues carecen de glándulas sudoríparas extendidas por el cuerpo -como en el caso de los humanos-. Ellos sólo pueden regular su temperatura mediante los jadeos y el sudor que eliminan por las almohadillas de sus patas. Aprende a identificar y prevenir los golpes de calor.