Que un perro se persiga y se muerda la cola puede parecer gracioso y un juego pero, en realidad se considera una reacción canina ante un problema orgánico, aburrimiento o la falta de estímulos. Se denomina estereotipia y en realidad se trata de un patrón de comportamiento repetitivo e invariable que no tiene un objetivo o una función obvia.
De hecho, un estudio de la Universidad de Helsinki encontró similitudes entre los perros que se persiguen la cola y el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) que sufren los seres humanos. La alimentación, las experiencias de la infancia y la genética están detrás de este tipo de trastornos donde también influyen otras condiciones como la timidez o el miedo a ruidos fuertes.
Al parecer, la genética también tiene un papel importante, según los investigadores, en este tipo de conductas. Algunas razas, como los pastores alemanes y los bull terrier, tienen una tendencia mayor que otras a intentar atrapar su cola.
Muchos de los perros que persiguen su cola, suelen repetir otros gestos como lamerse o morderse los costados, tumbarse repentinamente, perseguir sombras… incrementando la angustia de animal.
A veces, estas conductas repetitivas llegan a tal punto que los perros muerden con fuerza su propia carne produciéndose auténticas llagas. Este autocastigo que puede parecer destructivo tiene, en realidad, un efecto tranquilizador en un mundo que se ha vuelto un insoportable para el animal. La serotonina está detrás de esta respuesta y sirve al animal para no sentir el dolor y poder sobrellevar la realidad que le toca vivir.
El veterinario es el encargado de confirmar o descartar cualquier patología orgánica asociada, antes de pensar en un problema de conducta aislado. Normalmente, es una pauta frecuente en perros que pasan demasiado tiempo aislados y sin estímulos, ya que convierten esta parte de su cuerpo en un juguete. Sin embargo, un traumatismo, cualquier lesión antigua o el dolor, también pueden estar detrás de este comportamiento y es preciso tratarlos antes de nada.
En cualquier caso, es preciso combinar el trabajo del propietario responsable del bienestar del animal, del veterinario como garante de la salud para tratar posibles lesiones y prevenir futuras, y del educador, para instaurar unas pautas de enriquecimiento ambiental y terapia conductual que facilite un cambio en la percepción del animal sobre su entorno.
Paso a paso
Examina la cola de tu perro cuidadosamente para buscar signos de pulgas, puntos calientes o enrojecimiento. Revisa la desparasitación periódica que vienes haciendo. Si se trata de un problema de la piel, consulta al veterinario.
Si el veterinario descarta razones físicas para que el perro se muerda la cola, es hora de plantearse un problema de conducta. Revisa rutinas de juego, paseo, salidas, ejercicio físico y mental de tu perro. Asegúrate de que tenga cubiertas todas estas necesidades. No basta con sacarlo al jardín: Necesita salir, conocer a otros perros y personas, relacionarse, olisquear e interactuar con el entorno.
Consulta al veterinario sobre la oportunidad de administrar complementos alimenticios y/o vitamínicos al animal. Las investigaciones recientes revelan que pueden ayudar a reducir la ansiedad y reducen la necesidad de perseguir su cola.
Cuando se muerda, no le ofrezcas refuerzos o premios para desviar su atención. En vez de eso ofrécele un juguete o camina con él. Mantén una variedad de juguetes cerca de los lugares donde pasa el tiempo y enséñale a permanecer tranquilo.
Crea una rutina interesante para que aprenda a esperarla con interés. Si es posible, haz que haga ejercicio en una zona amplia donde sea seguro correr o déjalo jugar con otros perros, siempre bajo supervisión.
Si el problema persiste, no dudes en pedir ayuda a un especialista en comportamiento animal que trabaje en equipo con el veterinario de referencia del animal.
No tires la toalla en estos casos. Tu perro necesita de tu ayuda y tu atención más que nunca. A la menor señal de alarma, actúa.
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