Tiempo de procesionaria

La procesionaria o gusano de los pinos es una de las causas comunes de problemas, llegado el buen tiempo.

El nombre científico de la procesionaria del pino es Thaumatopeia pityocampa.

El ciclo biológico de la procesionaria empieza al finalizar el verano cuando aparecen las mariposas que estaban enterradas en el suelo durante el proceso de crisalización. Las hembras son fecundadas durante la noche y colocan los huevos en las hojas de los pinos. A las cuatro semanas, los huevos eclosionan y aparecen las orugas, que se alimentan de esas hojas. Las orugas sufren cuatro mudas y, a partir de la segunda, presentan pelos urticantes a lo largo de su cuerpo. A partir de la tercera muda construyen el nido y pasan el día en su interior. 

Aprovechan las noches para desplazarse por las ramas a alimentarse. Cuando la temperatura ambiental sobrepasa los 10 ºC y más aún cuando se aproxima a los 20ºC (es decir, primavera o inicio del verano), es el momento óptimo. Una mañana, las orugas salen del nido una detrás de otra, como si fueran en procesión (de ahí viene su nombre), bajan a tierra y buscan un lugar adecuado para enterrarse y así completar el ciclo.

Durante los meses de primavera y verano, las orugas procesionarias comienzan a proliferar en los parques, las zonas de recreo y las áreas al aire libre que frecuentan nuestros perros. Las orugas están recubiertas por unos pelillos urticantes que se dispersan y flotan en el aire.

Estos pelos urticantes que revisten la oruga tienen forma de arpón y contienen una sustancia tóxica en su interior, la taumatopeína. Cuando el pelo se rompe, libera el tóxico que, en contacto con la piel o las mucosas, hace que las células corporales liberen histamina produciendo urticaria, inflamación y edema agudos.

También hay que tener cuidado con los nidos pues están llenos de estos pelos y pueden ser trasladados por el viento y producir el mismo efecto aún en ausencia de las orugas.

Manifestaciones clínicas

En perros (los gatos suelen ser más cautos), son extremadamente peligrosas porque al contacto o lamido de la oruga o aún peor del nido, podremos advertir síntomas como inflamación de labios, boca y cabeza en general.

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Los perros por curiosidad suelen acercar la trufa a la oruga o, incluso al nido, y pueden llegar a lamerlas. Inmediatamente se advierte enrojecimiento de la cara e hinchazón en general, babeos, vómitos. El animal intenta rascarse, babeando exageradamente. Intentará ahuyentar el picor frotándose. Si los pelillos urticantes entran en los ojos, pueden causar conjuntivitis y daño corneal. El problema es que la inflamación es tan grande que puede llegar a necrosar un trozo de lengua o de labio y, en ocasiones, el animal será incapaz de beber y comer por lo que puede desarrollarse un fallo renal por deshidratación. La inflamación de la lengua puede causar la asfixia del animal por lo que se trata de una urgencia veterinaria.

La primera medida que pueden tomar los propietarios, antes de acudir al veterinario incluso, es lavar muy bien la zona afectada con AGUA CALIENTE ya que el calor destruye la toxina puesto que es termolábil. Nunca se debe frotar la parte lesionada, ya que así romperemos los pelos dañados diseminando más aún la toxina.

Hay que trasladar al animal urgentemente al veterinario para que pueda ser tratado convenientemente.

Normalmente, el veterinario aplicará cortisona y antihistamínicos para rebajar inmediatamente la inflamación y facilitar la respiración y recuperación del animal. En ocasiones acompañará el tratamiento con antibiótico y, si fuera preciso, prescribirá alimentación forzada en tanto se recupera el animal.

En ocasiones es difícil llegar al diagnóstico pues se trata de un cuadro clínico similar a alergias alimentarias, alergias a medicamentos, alergias de contacto, picaduras de insectos (aunque en este caso no suele afectarse la lengua) y mordeduras de serpientes.

Lo habitual es que, tras un tratamiento adecuado, la curación tenga lugar entre uno a tres días, aunque en casos graves puede tardar bastante más.

La principal opción preventiva que está al alcance de todos nosotros es extremar las precauciones en los paseos que realicemos con nuestros perros en la temporada de febrero a abril, evitando las zonas donde haya pinos para así impedir el contacto con la temida procesionaria.

Nunca se deben manipular los nidos sin protección en piel y mucosas ni, mucho menos, desprender los bolsones de procesionaria de los árboles con la idea de que así no hay peligro. La retirada debe ser realizada por profesionales para evitar riesgos.

A partir de ahora, si somos de los que nos gusta andar por el monte, no es raro encontrarnos nidos de procesionaria en los pinos. Esta pequeña oruga es extremadamente peligrosa para los pinos pero también para los animales.

 

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