Cuando no estamos en casa, nuestra mente está en mil cosas: trabajo, compra, planes…. Entretanto, nuestro gato, suele pasar las horas muertas esperando que llegue la hora de la diversión.
Para que nos hagamos una idea, es como si la casa estuviera “apagada” y se “encendiera” de repente cuando nosotros llegamos. Esta circunstancia provoca que, gatos jóvenes (y no tan jóvenes), aprovechen esos momentos para jugar «cazando» las manos y los pies de sus humanos cuando llegan a casa o están descansando.
Normalmente, son gatos que pasan mucho tiempo solos, pues el ritmo actual del trabajo y obligaciones, en demasiadas ocasiones, nos mantienen ocupados la mayor parte del día, mientras nuestro gato, dormita en casa, esperando la hora de nuestra llegada.
Llega la diversión
Cuando llegamos a casa, solemos traer un montón de olores que son necesarios explorar. Nuestro gato se frota insistentemente contra nuestras piernas, reclamando atención, absorbiendo los aromas que traemos de la calle y dejando su propio olor en nuestra ropa, para lograr que todo huela como debe oler: a casa y a seguridad.
Si, además, volvemos de la calle con bolsas, compra o cualquier otra cosa, la inspección felina se hace obligatoria y, en la mayoría de los casos, es fácil encontrar la cabeza de nuestro gato, cuando no el cuerpo entero, dentro de la bolsa.
A pesar de que nosotros llegamos cansados, nuestro gato lleva descansando todo el día y, para él, ahora es cuando llega la verdadera diversión. Reclama su propio tiempo de juego y exige nuestra presencia y colaboración para que la cosa resulte más divertida.
Si no atendemos debidamente esta necesidad de nuestro gato, él buscará la forma de descargar toda la energía acumulada durante el día y encontrará en el juego de caza, una forma placentera de desfogarse.
Normalmente, estos gatos aburridos se dedican a cazar las manos y pies de sus propietarios cuando descansan o duermen (incluso por encima de la ropa de cama).Cualquier movimiento por nuestra parte es la excusa perfecta para empezar el juego.
Si además, hemos acostumbrado a nuestro gatito a jugar con nuestras manos, (cosa que siempre desaconsejamos), es fácil que encuentre realmente divertido colgarse literalmente de nuestro cuerpo con uñas y dientes, jugando a cazarnos.
Cómo ayudar a nuestro gato
Los gatos, a pesar de la creencia popular, no son animales solitarios. Son seres independientes que pueden llegar a adorar la compañía de otros animales por la oportunidad que les supone de relacionarse y jugar, sobre todo si viven en un piso.
A veces, un peluche puede actuar como hermano adoptivo del gato, sobre todo, si tiene el tamaño y textura adecuados para poder jugar, abrazarse y dormir con él. No son pocos, los gatitos que encuentran una gran compañía y consuelo en este juguete de trapo y se vuelve un compañero inseparable para él.
Jamás debemos jugar con nuestras manos, pies ni ninguna parte de nuestro cuerpo. Podemos ofrecerle su peluche y, además, siempre debemos tener juguetes a mano aunque y no necesariamente deban ser comprados: hojas y ramitas de la calle, pelotas de papel de aluminio, hojas de árboles secas, cajas de cartón con agujeros, un bol con agua y cositas flotando… si ponemos al gato elementos nuevos como juego lo agradecerá y pasará mucho tiempo entretenido.
En tiendas especializadas podemos encontrar juguetes como: ratones, juguetes de cuerda tipo caña de pescar (ideales para jugar nosotros con el gato), pelotas de goma, etc. Las plumas les encantan y muchos gatos de casa se vuelven locos por despeluchar este tipo de plumeros. Los juguetes para gato deben ser sobre todo ligeros, porque les encanta voltearlos por el aire y llevarlos en la boca de un lado a otro, darle patadas y correr tras ellos, como lo harían con un ratón de verdad.
¿Y qué tal un segundo gato?
Aunque no sea la primera recomendación a adoptar, lo cierto es que, bien planificado, las ventajas de la convivencia entre dos gatos son muchas: interacción, juego, comportamiento, salud, entre otros…., Dos gatos pueden convertirse en los mejores amigos. Para lograr estos beneficios, debemos armarnos de buenas dosis de paciencia y conocer a nuestro compañero de cuatro patas.
A vista de humano
Antes de nada, debemos conocer a nuestro gato. Cada uno tiene un carácter único y personal y, saber interpretarlo de forma correcta, nos dará la pauta de sus verdaderas necesidades.
Es importante en este punto, no dejarse llevar únicamente por la foto del gatito en adopción. Recomiendamos dejarse asesorar por las personas que conocen al animal sobre su carácter, gustos y necesidades para averiguar si, realmente, puede ser un buen compañero para nuestro gato.
Nuestro pequeño felino lo agradecerá y disfrutará de una mejor calidad de vida con un compañero a su lado.
Lo mejor que hemos podido hacer por Marco (gato común rubio + naranja atigrado) de 5 años de edad, castrado, ha sido traerle una compañera (gata común («vaquita» blaco + negro), castrada, con ahora un año, pero que cuando llegó a casa tenía 3 meses.
Al principio costó la convivencia y el acercamiento fue lento. Ahora casi todo el día ambos viven independientes, pero cuando llega la noche y la primera hora del día la casa para ellos es un fiesta, se persiguen, se cazan, y se dan caña mutua…. Desde entonces el mayor tiene otro carácter, igual de miedoso pero menos arisco y la peque es un peluche, puro amor!!!
Nos alegramos de haber amliado la «familia». Ha sido un beneficio para todos.
Los gatos tienen fama de «independientes» cuando en realidad son territoriales, pero también son capaces de compartir recursos (si son suficientes para ambos animales) y, cuando se respetan esas necesidades así como los tiempos de adaptación en las presentaciones, de disfrutar de los beneficios de la compañía y juegos de un congénere. Enhorabuena por esa decisión y por ampliar la familia.