Compañeros o simplemente vecinos

Hasta ahora, cuando decidimos introducir un segundo o tercer gato en casa, nadie se toma la molestia de preguntar al rey de la casa, es decir, al gato que vive con nosotros, qué le parece la idea.

Aunque parezca una tontería, la “opinión” de nuestro gato es muy importante y conocerlo a fondo, supone la diferencia entre que la nueva relación fluya o esté abocada al fracaso porque, lamentablemente, sigue habiendo adopciones movidas por el sentimiento de culpabilidad de no dedicar el tiempo suficiente al gato, formalizadas bajo la excusa del tiempo que pasa solo el animalito o, simplemente y lo que es peor, porque la foto del nuevo candidato es “ideal”.

Por supuesto, no estoy pensado en desanimar a nadie que esté valorando la posibilidad de incorporar un nuevo amigo a la familia pero, lo cierto es que nuestro gato se merece que nos planteemos realmente sus necesidades, antes de tomar ninguna decisión.

El necesario ejercicio de empatía

Si nos ponemos por un momento en el lugar de nuestro gato, ¿Qué nos parecería si de la noche a la mañana y, sin previo aviso, viniera a vivir a casa un completo desconocido que, además, se empeñara en compartir todo lo que hasta ese momento era de nuestro uso exclusivo? Pues viene a ser más o menos en la situación que colocamos a nuestro pobre gato.

Afortunadamente, los gatos suelen amoldarse y en la mayoría de las ocasiones, la cosa sale bien y se convierten en compañeros e, incluso, buenos amigos. No obstante, también hay veces en que la convivencia resulta imposible y hay que plantearse dar marcha atrás con el correspondiente coste emocional para el animal.

El carácter independiente del gato es un hecho, por lo que su relación con animales de otras especies o con sus semejantes, en un principio, puede resultar costosa y agotadora. Según los expertos sólo en un 10% de los casos la convivencia es imposible, lo normal es que en pocos días ambos animales no pongan pegas a la hora de compartir la comida, el agua o incluso aceptaran de buen grado dormir acurrucados. Sin embargo, que convivan no quiere decir que sean amigos.

 

¿Entonces, cómo lo hacemos?

Lo primero es conocer bien a nuestro gato. Qué hace, cómo y cuándo. Si está engordando puede ser aburrimiento y/o falta de ejercicio. No por eso vamos a meter un segundo animal a la ligera para que lo “haga moverse”. Los primeros que debemos crear rutinas de juego con el animalito somos los propietarios.

Hay gatos que prefieren la soledad y viven felices con ella, disfrutan de la compañía y atenciones de su compañero humano, pero no ansían más compañía. Son capaces de repartir su tiempo en un montón de actividades propias de su naturaleza (juego, comida, descanso…. ) sin caer en la tristeza ni apatía.

Un gato adulto en un piso puede ser muy feliz organizando su territorio y recursos (comida y agua) a su manera. Sin embargo, si el espacio disponible es grande y existen los recursos suficientes, es decir hay sitio suficiente para crear zonas con agua y comida repartida en distintos lugares, se puede valorar la opción de introducir un segundo animal.

Debemos tener muy presente que, en general, un gato no se adapta por la edad que tiene, sino por su carácter y el entorno en el que vive. De ahí que, aunque la recomendación suele ser introducir animales jóvenes y preferiblemente del sexo contrario al gato anfitrión, en algunas ocasiones, puede ser mejor adoptar a un gato adulto que puede llegar a adaptarse perfectamente a la familia en poco tiempo.

Si tenemos uno o varios gatos conviviendo en armonía, quizá resulte nefasto intentar introducir más. El argumento de “pobrecito, está solo, voy a darle un compañero” no suele ser la más adecuada en estos caso. Para comprobar si varios gatos que viven juntos realmente se llevan bien, es decir, son buenos amigos, podemos observar si entre ellos se dan conductas filiativas, como son el allogrooming (acicalado mutuo) y el allorubbing (frotamiento con la cara entre ellos)

 

Valorando las ventajas…

Los gatos aun siendo seres independientes, pueden llegar a adorar la compañía de otros animales por la oportunidad que les supone de relacionarse y jugar, sobre todo si viven en un piso.

Las ventajas de la convivencia entre dos gatos son muchas: interacción, juego, comportamiento, salud, entre otros…., Para lograr estos beneficios, debemos armarnos de buenas dosis de paciencia y conocer a nuestro compañero de cuatro patas.

Elegir el compañero o compañera adecuada para nuestro felino, puede convertirse en una tarea complicada que no siempre sale a nuestro gusto. Además, los primeros acercamientos no siempre son amables y suelen están salpicados de bufidos y algún que otro zarpazo de presentación. Si no estamos preparados, podemos caer fácilmente en el desánimo ante nuestra decisión y, lo que es peor, echar las culpas al recién llegado, que llegará asustado y despistado y suele resultar el menos culpable de la situación.

La convivencia entre gatos suele ser sencilla en la mayoría de los casos. Los gatos son capaces de repartir el territorio que comparten, es decir, tu casa, con respeto si el tamaño es adecuado. Si además son afines, pronto empezarán a jugar y, al cabo de unos días, pueden llegar a dormir abrazados o acicalarse unos a otros, que es su forma de crear vínculos afectivos entre ellos y con los humanos.

Sin embargo, para una persona que tenga idea de adoptar varios gatos, una buena opción es acoger a dos gatitos que sean hermanos. Los lazos familiares entre gatos favorecen una mejor relación y, al fin y al cabo, dos gatitos dan el mismo trabajo que uno solo y entre ellos es más fácil que exista complicidad, juego y afinidad.

 

¿Amigos o solo compañeros?

Que dos gatos convivan en la misma casa, no quiere decir necesariamente que se lleven bien aunque tampoco lleguen a pelearse. Lo normal para los humanos es tratar a sus gatos como si fueran un grupo de amigos capaz de compartir los recursos aunque, en realidad, en la mayoría de los casos, existe poca interacción entre ellos. Para evitar conflictos, lo mejor es prevenir situaciones potencialmente “peligrosas” distribuyendo los recursos por la casa de forma que los gatos elijan su territorio seguro puesto que, cualquier interacción en la que se vean obligados (por ejemplo, compartir la bandeja de arena o los comederos) puede derivar en problemas de convivencia.

Los gatos son animales que necesitan un territorio propio con varias zonas definidas donde moverse, jugar, alimentarse, eliminar y descansar. Conociendo la forma de ser de nuestros gatos, podemos crear espacios diferenciados para cada uno, distribuyendo los comederos, bebederos, areneros, zonas de descanso y rascadores en las zonas propias en las que se mueve cada gato. Además, en el caso de que no se sientan excesivamente cómodos compartiendo recursos, evitaremos conflictos por cuestiones de espacio.

Si tus gatos son de los que están todo el día pegados (duermen juntos, se acicalan, se rozan y comparten los mismos espacios..), estas de enhorabuena pues las posibilidades de conflicto por territorio disminuyen pero, aun así, es recomendable respetar los espacios propios, donde cada gato pueda recogerse y aislarse en caso de necesitarlo.

Si tienes pensado introducir algún cambio (muebles nuevos, otro animal, un bebé… etc) las zonas propias de cada gatos son aún más importantes pues les dan seguridad mientras se adaptan a la nueva situación y por eso es recomendable respetarlas.

Si notas que tus gatos, que normalmente convivían sin conflictos, empiezan a pelearse por cualquier cosa, revisa los territorios de cada animal así como su relación para detectar las posibles modificaciones que se hayan introducido (por ejemplo, un tercer gato que acapara la zona de seguridad de uno de los anfitriones) y actuar en consecuencia.

 

Evitar conflictos

La introducción del nuevo, siempre debe ser progresiva, o nos expondremos a que los gatos sufran de estrés pudiendo derivar en agresividad.

Lo mejor es seguir las pautas de presentación conocidas, aislando al nuevo felino en una habitación unos días, favoreciendo que ambos se vayan familiarizando con el nuevo olor a través de la puerta. Posteriormente abriremos esa puerta para que se vayan viendo poco a poco y el encuentro no sea brusco.

Ante todo, no debemos forzar el acercamiento de los animales, sino que supervisaremos su presentación como meros observadores, sin obligarles en ningún caso.

A partir de este momento ellos serán los que marquen sus pautas de convivencia, los que definan sus territorios, sus muebles favoritos… sus rutinas al fin y al cabo.

Con el fin ayudar a una mejor adaptación del nuevo y aceptación del gato de la casa, conviene colocar dos comederos, dos recipientes con agua y, muy importante, un par de bandejas de arena. Una buena idea es instalar postes rascadores y proporcionar objetos nuevos para que el nuevo gato use y se entretenga, respetando los juguetes del gato anfitrión. Y, por supuesto, nada de apilarlo todo en la misma habitación. Es necesario respetar los enseres que ya estaban para no despistar al gato de la casa y repartir los nuevos para crear zonas separadas de las existentes.

Con el tiempo, decidiremos si conviene mantener la duplicidad o los gatos comparten ciertas zonas de forma rutinaria.

Tómate tu tiempo antes de decidir

Una elección precipitada te perjudicará a ti y a tu gato. Muchas protectoras y centros de adopción, así como los profesionales del comportamiento estarán encantados de asesorarte y responder a todas las preguntas que tengas antes de tomar la decisión final.

 

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